En la antesala del Abismo
estaba el Guardián,
gélido por fuera-
su cuerpo es de hielo-
precediendo al todo
que algunos llaman Dios,
y yo le llamo El Dueño.

El Dueño vigila noche y día,
día y noche,
vigila El Dueño.


Entre la vigilia y el sueño,
entre los deseos y las metas,
entre conseguirlo o no
está El Dueño.
Cuando no sabemos por qué caemos,
por qué lo que nos rodea,
es todo negro,
cuando arde crepitoso el fuego
y no sabemos bien
quién pone el leño
qué aviva el fuego,
no lo dudes,
es El Dueño.

Señor del Abismo en mayúscula
temido más por desconocido
que realmente por lo que es,
ocupa un trono ardiente de hielo,
contradictorio por incomprensible:
puede estar lleno o vacío,
puede ser falso o veraz,
puede tener sentido o incapaz
de buscarlo dentro,
caer en picado
hacia el centro de la Tierra,
árida, devastada,
de versos tiernos
o dulces,
de sin sabores,
me presenté ante el Guardián,
altiva- como siempre-
aplastando con mi seguridad,
su tesón,
con mis palabras,
sus respuestas,
y con mi insistencia,
su paciencia.

Sólo así logré ver al Dueño
y señor de todo
lo que se mueve y respira.
de lo que se siente y se padece
no sólo en este planeta,
sino en todos los de las constelaciones
que existen en el cosmos,
innumerables para nosotros,
inimaginables.
Cuando el Dueño me miró
a los ojos abiertos,
las pestañas erizadas
y las cejas arqueadas,
no se entornaron éstos,
se abrieron más,
y me presenté como soy,
una fuerza vital
generaba mi angustia,
un corazón límpido
no tiene miedo a hablar:

“ Así que eres El Dueño de todo,
y hasta tu guarida he llegado,
he visto Abismo en mis caminos,
y no me he echado atrás,
a parte he conocido al Guardián,
y tampoco he tenido miedo,
tengo mi mente tan clara y despierta
como jamás,
y por eso estoy aquí,
dispuesta a todo ,
no hay más. “

elenaortega.