Febrero 2008.
Será que los soñadores disfrazados de mediocres ya no abundan, digo yo, aunque me encuentro alguno que otro todavía intentando cambiar el mundo y luchando por cosas pequeñas que merecen la pena, aunque también se sepa de antemano, es más, se tenga la más absoluta certeza, que se conseguirá más bien poco o casi nada, y que cualquier atisbo de cambio sería un mínimo paso o una mínima lesión- por ponerlo más gráfico- en ese mastodóntico enemigo, adversario, o dejo el matiz a la imaginación del que así se lo planté.
Con esto quiero llegar a lo emocionante que es, al menos, ver que quedan unos cuántos luchadores urbanos modernos, a los que, más bien hartos que otra cosa y con la paciencia sin duda agotada, se les despierta esa valentía innata del que siente que nada tiene que perder y se enrola en cualquier espiral de esperanza de algo mejor. Son los héroes de nuestro tiempo, y todos los que conocemos alguno- cualquiera que demandó algo seguramente más que justo- despierta la conciencia colectiva y la moral, la justicia, y aquellos valores a los que se apela tan a menudo, mancillando su auténtico significado, privándolas de su sentido más puro y etimológico.
Y es que es lo de siempre, que bonito está luchar de palabra, y lo difícil que se vuelve llevar los ideales a la práctica cuando hay que pagar hipotecas, facturas, y todas las necesidades que nos hemos ido creando a una velocidad vertiginosa- aunque algunos digan que poco a poco- por la sociedad esta de consumo- supongo- y porque los humanos en general seguimos poco evolucionados- aunque otros digan lo contrario, igualmente- y es así; ¿y qué podemos hacer ? pues poco, es verdad, pero algo nos debe quedar- digo yo- y en nuestro pequeño mundo, a nuestro alrededor, se puede intentar cambiar algo: hablar, proponer, crear, soñar a través de la imaginación con utopías difíciles, reír intercambiando aquello que creemos que jamás pasará por nuestra imposibilidad física de vivirlo, pero que debemos pensar que aunque nosotros no lo veamos, siempre hay que ir arando caminos para que lo vean, al menos, los que vengan detrás.
elenaortega.
Será que los soñadores disfrazados de mediocres ya no abundan, digo yo, aunque me encuentro alguno que otro todavía intentando cambiar el mundo y luchando por cosas pequeñas que merecen la pena, aunque también se sepa de antemano, es más, se tenga la más absoluta certeza, que se conseguirá más bien poco o casi nada, y que cualquier atisbo de cambio sería un mínimo paso o una mínima lesión- por ponerlo más gráfico- en ese mastodóntico enemigo, adversario, o dejo el matiz a la imaginación del que así se lo planté.
Con esto quiero llegar a lo emocionante que es, al menos, ver que quedan unos cuántos luchadores urbanos modernos, a los que, más bien hartos que otra cosa y con la paciencia sin duda agotada, se les despierta esa valentía innata del que siente que nada tiene que perder y se enrola en cualquier espiral de esperanza de algo mejor. Son los héroes de nuestro tiempo, y todos los que conocemos alguno- cualquiera que demandó algo seguramente más que justo- despierta la conciencia colectiva y la moral, la justicia, y aquellos valores a los que se apela tan a menudo, mancillando su auténtico significado, privándolas de su sentido más puro y etimológico.
Y es que es lo de siempre, que bonito está luchar de palabra, y lo difícil que se vuelve llevar los ideales a la práctica cuando hay que pagar hipotecas, facturas, y todas las necesidades que nos hemos ido creando a una velocidad vertiginosa- aunque algunos digan que poco a poco- por la sociedad esta de consumo- supongo- y porque los humanos en general seguimos poco evolucionados- aunque otros digan lo contrario, igualmente- y es así; ¿y qué podemos hacer ? pues poco, es verdad, pero algo nos debe quedar- digo yo- y en nuestro pequeño mundo, a nuestro alrededor, se puede intentar cambiar algo: hablar, proponer, crear, soñar a través de la imaginación con utopías difíciles, reír intercambiando aquello que creemos que jamás pasará por nuestra imposibilidad física de vivirlo, pero que debemos pensar que aunque nosotros no lo veamos, siempre hay que ir arando caminos para que lo vean, al menos, los que vengan detrás.
elenaortega.
1 comentario:
Killaaaaaaaas, habéis dado con la tecla, enhorabuena, es la caña!!!!! me apunto a visitaros.
Consumo pero de piña. A las barricadas blogueras!!
Un besote titas.
Paréconparé.
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